Una mirada a la actualidad desde una óptica…
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Este blog nace como un espacio alternativo para compartir conocimientos, intercambiar criterios y debatir ideas sobre hechos de actualidad y de comunicación. Si ingresó, le advierto que lo hace bajo su propio riesgo. Lo que aquí hago es opinar sobre diversos temas de interés. No para quedar bien con nadie, –entiéndase ideologías, partidos políticos, religión, sectores económicos- sino como un ejercicio muy íntimo de desahogo y reflexión que decidí compartir con ustedes.
Que estén de acuerdo o no, es lo de menos, con solo que se tomen el rato para leerme, me declaro por satisfecho. El que hablen de mí y de mis artículos, ya sea bien o mal, será la mejor retribución que pueden darme. Al final de cuentas, polémica y opinión siempre irán de la mano.
MI OPINIÓN
¡Que tengan una Feliz Navidad hoy, mañana y todo el año!
A como estamos, ya no vamos a saber si comernos primero la sardina o el tamal. Según el calendario gregoriano, la Semana Santa antecede a la Navidad. Pero a juzgar por acontecimientos recientes, ya no estoy tan seguro.
Si por más de uno fuera se va directo y sin escalas de la procesión del Resucitado a las posadas del barrio. O, peor aún, se saltan con garrocha de diciembre a diciembre, pasándole por encima a todo lo que haya en el interín (al padre, a la madre, al niño, al Espíritu Santo y hasta a los próceres de independencia).
Para muchos, no sería mala idea. Se ahorran varios feriados, con todos los pagos doble y gastos extra que eso implica y, a la postre, aumentarían utilidades (¡bendito capitalismo!). El problema es para el resto de los mortales que, más bien, imploran por duplicar la cantidad de feriados al año.
Sin embargo, pareciera, más bien, que se están acortando. En nuestro afán por desempolvar cuanto antes las luces, las botas y los muñecos de nieve, no ha terminado de resucitar Jesús cuando ya lo queremos mandar de vuelta al pesebre, como si fuera el mismísimo Benjamin Button. ¡Y así, tampoco!
Demos chance a que las banderas tricolores ondeen tranquilas en las fachadas de las casas, sin ningún tipo de intromisión extemporánea proveniente del Polo Norte. Porque, de lo contrario, no sería nada raro que el próximo año, la antorcha de la libertad sea escoltada por Santa Claus en trineo y que Rodolfo El Reno se cuele con su farol de cascanueces entre los escolares que desfilan en la víspera de la conmemoración del grito de independencia.
¿Y a usted qué le importa si la gente quiere empezar a decorar recién regresando de Romería? ¿Si lo hizo Maduro en Venezuela, por qué yo no? me recriminará más de un lector, tildándome de amargado y aguafiestas. Les doy la razón. Cada quien hace con su vida y su casa lo que quiera. Allá ellos si quieren darle posada a los Reyes Magos todo el año.
Pero, el otro día, que vi en el periódico que una reconocida tienda departamental daba por inaugurada la Navidad a mediados de septiembre y otra emisora, en media presa, me quería recetar el “villancico” de Navidad sin Ti, del Buki, después de escuchar la Patriótica, me convencí de que ya el asunto está adquiriendo tintes surrealistas.
Entre resignado y gracioso, me dije: ¡No más! Paren esto que yo aquí me bajo. Ni siquiera han amainado las lluvias del último trimestre y ya nos quieren zampar por la fuerza los vientos alisios con aroma a ciprés. ¡No se vale! Déjenme primero decidir cuál disfraz voy a usar para la fiesta de Halloween y, luego, hablamos de muérdagos, bellotas y rompope.
Y repito, no es que yo sea un amargado o la reencarnación criolla del Grinch (al contrario, amo la Navidad), pero es que, a veces, me parece que vamos viviendo, como diría mi abuela, a trompada de loco. Si ya de por si el tiempo, en su acelerado e inexorable transcurrir, nos lleva casi que arrastras, por qué nos empecinamos en inyectarle “nitro” a la máquina.
Aquello de que el mundo se va a acabar no es más que el pegajoso estribillo de una canción de Molotov de finales de los 90. Si acaso una advertencia para los incrédulos del Y2K, pero nunca una verdad irrefutable o profecía autocumplida. Mucho menos una justificación para deambular por la vida enarbolando la consigna de que cualquier fecha y lugar son buenos para celebrar, como si con los excesos típicos de diciembre no tuviéramos suficiente.
Admito que no es fácil resistirse a la tentación de colgarse desde ahora el gorrito rojo. Es más, confieso que he caído y a mucha honra. Aquí donde me ven quejándome por las Navidades anticipadas, el otro día me puse a ver una de esas películas navideñas categoría CC (cursi y cliché) que abundan en Netflix y ya estoy con ganas de tirarme la segunda, por más predecibles y básicas que sean (la típica historia de la pareja que pasa del odio al amor en menos de lo que se desenvuelve un tamal).
Y para terminarla de hacer, también, recientemente, me percaté, gracias a la capacidad de observación de mi hermana, que unos platos de Santa tienen más de 10 meses de estar adornando la pared de mi cocina… y yo, ¡ni en cuenta! Así o más despistado. Y a estas alturas, ¿para qué quitarlos? Que me acompañen desde ya a recibir con orgullo el 2025. De por sí, ya hace rato que iniciaron los simulacros de fin de año.
¿Cuál es el origen de estas navidades cada vez más tempraneras? No sé si es por un auténtico e irrefrenable espíritu festivo que, como la influenza, se disemina por doquier en estos tiempos lluviosos o por una creciente presión mercantilista que obliga a más de uno a hacer su diciembre en agosto.
¿Será eso o será que los valores navideños se han visto injustamente reemplazados por la fiesta, las comilonas, el guaro y el desenfreno? Puede ser, también, que se nos va tan rápido la temporada que muchos fiesteros desean extenderla a ver si acaso nos alcanza para todas las reuniones y compromisos que afloran durante tan magnánimos días. Si ese es el caso, no los juzgo, los entiendo y me les uno a la causa.
Es más, entre tanta desventura que nos embarga a diario, bien nos cae un merecido respiro, prorrogable a tres o seis meses plazo. Lo que pasa es que, bajo esa premisa, nos va a faltar calendario para anestesiar el efecto pernicioso de tanta mala noticia que contamina el entorno cotidiano.
Pensándolo bien, tal vez lo que necesitamos es no andar buscando tanto por fuera lo que guardamos adentro. Los sentimientos de la época (felicidad, amor, unión, armonía, paz, etc.) habitan en nuestro interior y solo florecen cuando nos sometemos a una automejora continua que nos faculte a asumir dignamente los retos venideros, en cada uno de nuestros roles y facetas.
El espíritu navideño puede mantenerse vigente dentro de nosotros todo el año (es más, así debería ser). No hacen falta luces multicolores en la calle ni empezar la Navidad después del día de los enamorados para encontrar esas emociones asociadas. Es algo que viene determinado, no por la fecha que señale el calendario, sino por las decisiones y pensamientos que decidimos alojar en nuestra mente y corazón.
Cuando así lo entendamos, sea producto de una profunda introspección o un milagro de Navidad, habremos comprendido que una cosa es celebrar la época y otra muy diferente vivirla en su máximo esplendor. Optemos por lo segundo y dimensionemos, finalmente, el verdadero significado de la Navidad, uno que no conoce de fechas, momentos y lugares.
¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo… hoy, mañana y siempre!
¡No, no y no! Una semana, tres rechazos y muchas lecciones
Aquello de que la tercera es la vencida no fue del todo cierto. En mi caso, fue más bien la confirmación de que esta vez “nel pastel”. Tres propuestas, tres “nos” rotundos. En menos de una semana. Certeros, irrefutables, directos al corazón, como cantarían los Tigres...
Así se vivió la FNL 2024: ¡Que siga la fiesta por muchos años más!
Con mis normales inseguridades a cuestas, me armé de valor y me fui dispuesto a sacarle el máximo provecho a la experiencia y, sinceramente, no me arrepiento de cada aprendizaje, conversación, reflexión o consejo. Más allá de las ventas conseguidas, que superaron mis expectativas, pude llevarme, como es usual en este tipo de actividades, una serie de ganancias intangibles que traspasan el plano económico.
Tragicomedia bancaria: Dos horas para un cambio de clave
Es curioso, pero entre más avanza la tecnología, más complicado se torna hacer ciertas diligencias.
De tour por el lago más hermoso y mejor custodiado del mundo
Murales decorando las fachadas de las casas y comercios, tiras de papel multicolor entrecruzando la plazoleta empedrada, a un costado de la iglesia en honor a Santa Catarina de Alejandría; canastas volteadas suspendidas en el aire, que observan a vista de pájaro el transitar de los turistas por la ruta del textil y de las artesanías.
De 50 a 2 000 espectadores: Entretelones de un show masivo de aniversario
Por espacio de dos horas, desfilaron en tarima, con sus ocurrencias y salidas a cuestas, una selección del más amplio y variado repertorio de personajes que integran el popular espacio, como Pilar Cisneros, Chito Mantos, Daniel Ortega, Natalia Díaz, Jorge Luis Pinto, Mariano Torres, el presidente Rodrigo Chaves, entre muchos otros.
Un inicio de año movido y mudado
Si me preguntan hoy, ya con las aguas y la mente nuevamente en su cauce, les diría que otra de las lecciones aprendidas es hacer las cosas con tiempo y no emprender dos acciones complementarias y altamente complejas de manera simultánea: la de desalojar una casa y la de buscar una nueva.
Piense y hágase campeón: ¡Sos grande, Messi!
Aunque más allá de la parte deportiva, que siempre se presta para debate y muchos la conocen mejor que yo, quisiera destacar el trasfondo personal de su gesta.
Una historia de éxito que debe seguirse escribiendo
¡Cuántas personas, a raíz de este tipo de iniciativas, encuentran una nueva pasión o hasta un oficio al cual dedicarse en las postrimerías de su vida, haciéndolos sentir plenos, productivos y realizados! Toda una clara muestra del concepto de envejecimiento activo que AGECO tanto pregona, pero que, lamentablemente, no todos los adultos mayores pueden ejercer.
Una fiesta literaria que está para más invitados
Si algo nos hace falta al sector cultural es abrir más espacios de promoción de nuestro trabajo en todo el territorio nacional. En ese sentido, lo que hizo la Editorial de la UCR y el colectivo Convergencia Literaria, a través de la Fiesta del Libro, montándose en la fiebre literaria desatada por la recién finalizada y no tan democrática Feria Internacional del Libro, es digno de elogiar, emular y repetir.
¿Es la felicidad un negocio? El eterno debate sobre la industria de la autoayuda
En mi humilde criterio, sin ser experto en la materia, y más bien apelando a las enseñanzas de verdaderos gurús del desarrollo personal, como Jim Rohn y Tony Robbins, debemos cambiar nosotros primero para que todo lo demás cambie. De lo contrario, nos colocamos en el perjudicial papel de víctima a merced de factores externos que no podemos controlar.
Analista hoy
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