COSTA-RICA--CCSS-promete-bajar-lista-de-cateterismos-en-plazo-de-3-meses

He visto tantas noticias sobre la CCSS, la mayoría de ellas negativas, que ya estoy pensando a creer, con un apático sentido de resignación, que nuestro sistema de seguridad social no es ni tan seguro ni tan social como pensamos.

Frustrados e indignados observamos cómo sobran los esfuerzos por debilitarlo y escasean los intentos por fortalecerlo y renovarlo. Quisiéramos que se hablara sobre nuevas inversiones, equipos modernos, salas de última tecnología, más y mejores especialistas, entre otras que nos puedan revitalizar el alicaído sentido de solidaridad, paz y justicia social que una vez inspiró la fundación de una de las instituciones emblemáticas de nuestra democracia: la Caja Costarricense del Seguro Social.

Pero, al contrario, cada día la prensa nos despoja de cualquier leve indicio de optimismo y esperanza para adentrarnos en la cruda realidad de nuestro sistema hospitalario estatal: falta de presupuesto, largas listas de espera, actos de corrupción, limitaciones de infraestructura, entre otros males, que hacen de la Caja un verdadero paciente en cuidados intensivos. ¿Cuánto más vivirá? Pronóstico reservado.

Es tan larga la lista de males acumulados que me atrevo a decir que la pobre Caja parece estar en condición más crítica que los mismos enfermos que debe atender. Pero justo cuando, a fuerza de costumbre y repetición de la larga cadena de desventuras que le afectan, estamos a punto de perder la poca capacidad de asombro restante, surge de repente un aldabonazo que nos saca del sopor típico del asegurado impotente y nos recuerda que la situación no es tan crítica… ¡es alarmante!

La noticia reciente sobre la supuesta muerte culposa de 141 pacientes mientras esperaban un cateterismo cardíaco en el Hospital México es de las más preocupantes que he visto en los últimos años en el sector de la salud pública. La denuncia realizada por la Jefa de Cardiología del México, Sofía Bogantes –lástima que la haya revelado tan tarde- constituye uno de los peores golpes a la alicaída imagen de nuestro sistema hospitalario estatal, casi comparable al nivel de repercusión que en su momento tuvo el  sonado escándalo Caja – Fischel, con la diferencia que en esta ocasión estamos contando vidas arrebatadas y no dólares repartidos, lo que lo hace aún más grave.

¡Y cuidado más bien no se queda corto el número brindado por la Dra. Bogantes. Así como se ocultó por tanto tiempo la profunda crisis que aqueja a este hospital, me escalofría pensar lo que puede estar sucediendo en otros centros  médicos a falta de algún doctor con la gabacha bien puesta que salga a la luz pública a divulgar lo que sucede entre quirófanos, a vista y complacencia de los mandos superiores. Apuesto que investigando un poco más en la empolvada torre de expedientes apiñados en los archivos hospitalarios, nos podemos encontrar sorpresas iguales o peores.

Las múltiples investigaciones llevadas a cabo en este momento por la Fiscalía, la Defensoría, el Colegio de Médicos y demás órganos competentes deberán sentar las responsabilidades del caso pero lo que podemos adelantar, de momento, es que una negligencia como esta jamás puede quedar impune y menos que expire en el umbral de los tres días de rigor que tarda cualquier escándalo en nuestro país. El asunto no solo se presta para un aluvión de demandas contra la Caja y el Estado si no que bien podría llegar a instancias internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Si solo una muerte por acción u omisión de las autoridades de salud es censurable. Qué podemos decir de 141? Simplemente inadmisible. Fueron demasiadas vidas humanas cegadas por la incompetencia de algunos pseudoprofesionales de la salud que prácticamente los dejaron morir a la espera de una llamada que nunca llegó. Así de triste, así de crudo. ¿Cómo llamarle a eso? Pudieron haber muerto por otra causa, dice el Director del Hospital. Dejémonos de evasivas. Eso se llama homicidio culposo agravado, casi un crimen de lesa humanidad en un país que se vanagloria de su institucionalidad democrática. ¡Vaya ironía!

¿Cuántas vidas más faltan para tomar cartas en el asunto? En buena hora que se está investigando. Pero no olvidemos que primero debieron morir –repito- 141 personas, más las que escapan a los registros oficiales. Como todo en este país, esperamos a que se caiga el puente, haya un accidente grave o un conductor ebrio mate inocentes, para tomar acciones correctivas. Cero capacidad de previsión, el eterno cáncer que carcome a este país, extendiéndose a todo nivel y que al parecer ya no tiene remedio, ni siquiera en los hospitales. ¡Toda una tragedia nacional!