Los taxistas guatemaltecos se alistan para modernizarse y competir con Uber. (Foto tomada de Wikimedia Commons)

He estado de visita los últimos días en Guatemala y siempre que vengo me encuentro alguna novedad que me sorprende. Esta vez no fue el fervor con que viven la Semana Santa ni la belleza de sus destinos turísticos sino algo más trivial y, en apariencia, medio sin gracia comparado con los dos atractivos mencionados anteriormente.

Sin embargo, viniendo de un país donde un día sí y el otro también los taxistas son noticia, más para mal que para bien, no deja de llamar la atención la actitud sensata, civilizada y proactiva de sus colegas chapines frente a la irrupción de Uber, el pasado mes de diciembre, en el sistema de transporte público de una nación vecina cuya mala e injusta fama de violencia e inseguridad no auguraba un final feliz.

Realidades opuestas

Lo que hacía pensar iba a provocar que ardiera Troya, la Plaza Obelisco, el Centro Histórico y la ciudad entera, todo en una misma noche, no pasó de las comprensibles y esperables marchas en las principales vías capitalinas y en las afueras del Congreso para manifestar su rechazo a Uber y los mototaxis – algo así como la versión motorizada de Uber para explicarlo en breve y no dar ideas.

Un panorama totalmente distinto al que hemos visto en un país que se jacta frente al mundo de gozar de una imagen pacifista y armoniosa que, lamentablemente, algunos se han empecinado en mancillar, a punta de piedras, huevos, golpes y demás matonerías propias de una fuerza roja, paradójicamente, cada vez más debilitada.

En cambio, acá, mientras el Gobierno decide si endurece o flexibiliza las leyes para que todos compitan en igualdad de condiciones, los taxistas, apelando a la máxima de que la unión hace la fuerza y no a la preferida de sus homólogos ticos y otros irresponsables sectores –el fin justifica los medios-, se percataron a tiempo que, en lugar de esperar a que otros resuelvan, a ellos les corresponde madrugar, innovar y mejorar para brindar un servicio al cliente de calidad acorde a las exigencias modernas, según manifestó uno de sus dirigentes… De viaje, igualito a los nuestros.

Su razonable mensaje denota que lo que no han podido entender en Costa Rica en dos años, desde que inició Uber, aquí lo comprendieron a la perfección en cuestión de cuatro meses. Pusieron manos y mente a la obra, no para amedrentar, amenazar o intimidar sino para algo más productivo que dedicarse a romper parabrisas: crear una estrategia conjunta orientada a revertir el efecto Uber y demás disrupciones como Urban Taxi -un interesante método de subasta a la inversa.

Innovar, no marchar

Como resultado, al mismo tiempo que los taxistas costarricenses utilizaban su fuerza, creatividad, energía y dinero en organizar manifestaciones y tortuguismo, sus homólogos guatemaltecos les “robaron la vuelta” y con los mismos recursos que otros desperdiciaban en naderías, salieron con la brillante idea de suscribir una alianza con la aplicación móvil Cicklo, surgida en 2015, para permitir a usuarios encontrar y contratar servicios de taxi y transporte privado de una forma fácil, segura y eficiente. La Prensa Libre, en un artículo del 20 de abril, menciona que “la alianza se hace realidad bajo el nombre de VIT y promete competir con otras aplicaciones y páginas locales e internacionales como Uber…”

No dándose por satisfechos, la fuerza amarilla, blanca y verde chapina demuestra que la diferencia con la tica no es solo de color –aquí no hay taxis rojos- y desde ya sus asociados trabajan en incorporar más innovaciones como aplicaciones para pago en línea y equipo de localización GPS, entre otras mejoras.

Y lo hacen bajo una consigna que me encanta. No es la de “Ni un paso atrás” o “Taxistas unidos jamás serán vencidos”. No. Esas se las dejan a sus desubicados colegas. Es otra mucho más poderosa y que retrata a la perfección la diferencia de mentalidad entre unos y otros: “Los tiempos cambian, nosotros también”. ¿Qué esperan nuestros taxistas y el país entero para hacer lo mismo?

Definitivamente, tenemos mucho que aprender de Guatemala…