Ya el absurdo legalismo de este país se nos mete hasta en la comida. Las prohibiciones y regulaciones nos salen hasta en la sopa y, ahora, cortesía del Ministerio de Educación, también en las hamburguesas, empanadas y gaseosas, como si el problema de la obesidad infantil y las enfermedades crónicas, se resolviera reduciéndolo a un absurdo dilema entre vender o no comida chatarra en la soda escolar.
Ser o no ser… o más bien, comer o no comer… esa es la disyuntiva a la que se enfrentan en este curso lectivo, miles de niños y adolescentes, quienes ya no sólo deberán portarse bien dentro del aula, sino también fuera de ella, no vaya a ser que en el recreo los sorprenda la maestra, con unas picaritas en la mano, tal vez no de la soda, pero sí de la pulpería más cercana, del vendedor ambulante o de los padres alcahuetas.
¡Qué problema! Vamos a tener que cerrar también los Mc Donalds, los Burger Kings y los Ticoburguesas. No podemos permitir que, después de clases, visiten alguno de estos “nocivos” restaurantes a saciar su necesaria ingesta diaria de grasas y azúcares que en su escuela le están negando a rajatabla, como si eso de estudiar y jugar, demandara una dosis mínima de energía, capaz de suplirse con unas cuantas verduritas hervidas y un fresquito natural con Splenda.
¿O será que las mentes creadoras de tan flamante decreto piensan que los niños, cuales monjes contemplativos, van a la escuela a hacer votos perpetuos de ayuno?
Creo que con el ayuno al que muchos, por su limitada condición económica, se ven obligados a realizar en sus casas es más que suficiente, como para ahora venirles, a limitar aún más el menú, prohibiéndoles el acceso a una nutrición completa y balanceada que si no es en la escuela, difícilmente encontrarían en sus casas donde a veces les falta hasta el arroz y los frijoles. ¿De la obesidad a la desnutrición?
Estoy de acuerdo en que se debe regular la dieta de los pequeños para evitarles enfermedades, pero, en este caso, el fin no justifica los medios. Existen formas más apropiadas de inculcarles buenos hábitos alimenticios que no es necesariamente por la vía represiva. Si se educa en Español, Matemáticas y Estudios Sociales, por qué no con el tema de nutrición. Reforcemos en el aula lo que les deben enseñar en la casa. Lejos de hacerlo todo por la vía de la memorización y la obediencia militar, ensenémosles a razonar y a tomar las mejores decisiones a partir del autoconvencimiento por convicción y no por imposición.
De pequeños van para grandes y nada nos garantiza que después de culminada la primaria, continúen con el mismo régimen forzoso de dieta light. Hay que enseñar para la vida y no para lo que dure la primaria. Al final, la obesidad puede atacar en cualquier edad, y la prevención no debe limitarse a una etapa pasajera. Es un tema de salud pública que nos compete a todos y que se resuelve, no solo comiendo bien, si no practicando deporte, fomentando la medicina preventiva, abriendo más espacios públicos de recreación… No se trata solo de lo que se come, sino de lo que se hace cuando no se está comiendo… de eso que llaman estilo de vida integral. Si clamamos por una educación vial desde tempranas edades para formar buenos conductores, hagamos lo mismo con los futuros consumidores.
Este tema va más allá de si hay o no comida chatarra en la soda escolar, pues si no es ahí, la pueden conseguir sin tanta traba y hasta más barata en cualquier otra soda callejera, carente de las mínimas normas de salubridad, que a lo mejor sí garantizan los alimentos vendidos dentro del centro educativo.
No podemos prohibir ni satanizar los alimentos como si éstos fueran culpables de que nos los comamos. Es más fácil dotar a los niños de los argumentos intelectuales y morales para decir “NO” a algo que les hace daño. ¿Por qué todo a golpe de autoridad? Recordemos que algunas conductas humanas se vuelven precisamente más atractivas cuando son prohibidas.
Queda claro que no todo en la vida se resuelve a base de decretos, aunque en ocasiones, pienso que esa es la única vía para hacernos del sentido comúny sensatez necesarias para salir de este atolladero legal en que nos estamos metiendo. Definitivamente hay cosas más importantes que erradicar que las pizzas y las empanadas de las escuelas.