¿Qué nos espera en este 2015? Lanzar vaticinios es muy fácil, acertarlos, sin darse el color de bateador, he ahí el dilema. Sin pretender ser un virtuoso clarividente, al estilo Minor Khayan, me uniré a la tradicional moda de los pronósticos de Año Nuevo, para la Administración Solís Rivera, en su segundo año de Gobierno, considerado vital en sus intenciones de dejar una huella positiva en el país.
Superada la resaca enajenante de fin de año, que nos extrae temporalmente de nuestras prioridades inmediatas, al calor de los tamales, el tope y los levantines en Zapote, en enero volvemos a caer en nuestra triste realidad, con su tradicional cuesta, pintas y obligaciones qué atender. Por lo tanto, don Luis Guillermo Solís debe ya tener claros sus propósitos que al final de cuentas no son los de él sino los de todos, por lo que un ejercicio, en apariencia íntimo y personal, para el caso del Presidente se convierte de interés público, en virtud del influyente cargo que ostenta.
Por esa razón me atrevo a darle una manita para que la lista incluya algo más preponderante que volver al gimnasio, comer sano y sacar todas las noches a caminar al perro. El Presidente debe tener presente que este es el año para trascender. Es el momento de comenzar a ver resultados, no grandes transformaciones, porque estas trascienden el cortoplacismo de un cuatrienio, pero sí al menos para sentir que realmente se está haciendo algo por el país. Bueno o malo, eso está por verse.
Atrás quedaron las excusas de que venimos llegando, nos estamos acomodando o que no es lo mismo verla venir que bailar con ella. Llega la hora de, valga la analogía- de agarrar el toro por los cuernos para evitar que este nos embista en este redondel llamado Tiquicia donde todos somos toreros, queramos o no. El reto –y no precisamente del 7- es quitarnos el mote de improvisados para al menos poder tener una guía que nos oriente a la hora de sacar el capote y acometer con éxito la faena.
Y el llamado a ser salvador en la arena es precisamente don Luis Guillermo Solís, quien sin duda enfrentará un año sumamente complicado, más no por eso tiene que dejar de ser esperanzador para la mayoría de costarricenses que esperamos un 2015 de buenas nuevas. El Presidente inicia el año en encrucijada, con el rancho ardiendo y sus peones en rebelión o al menos con amenaza de darse a la fuga ante la implementación de ciertas medidas no prohijadas por la mayoría. La atropellada aprobación del Presupuesto y el polémico levantamiento a la reforma procesal laboral –por citar algunos hechos críticos recientes- le han provocado un desgaste político importante, ganándose, a la vez, una serie de enemigos tanto en su casa –al PAC- como fuera de ella.
Próximos a iniciar un año de decisiones trascendentales como la urgente solución al déficit fiscal, se hace indispensable valerse de los consensos y los aliados para lograr sacar adelante iniciativas de tan alto impacto social. Y el problema para don Luis Guillermo es que no tiene ni lo uno ni lo otro. Cerró el año con adversarios por doquier, en su propio partido, en las cámaras empresariales y hasta en el propio Congreso, donde hay fracciones que ya anunciaron su distanciamiento con el partido oficialista de cara a la votación del 1 de mayo.
Quizás los únicos congraciados en este momento con el mandatario son los sindicatos y el Frente Amplio que desde un inicio alabaron –y presionaron- al Gobierno para que levantara el veto a la reforma laboral, ganándose el respeto de estos grupos, y al mismo tiempo, despertando la animadversión de otros que ven en la medida presidencial una especie de traición o falta de palabra frente a lo prometido en campaña.
El problema con esto del déficit fiscal es que si el gobierno emprende la valiente y necesaria tarea de resolver el desajuste en las finanzas vía recorte del gasto, tocando ciertos privilegios, salarios desproporcionados e instituciones deficientes, entonces ese apoyo que encontró en las fuerzas laborales de este país podría venirse a pique. Y si la salida la encuentra recetando más impuestos, entonces la liebre salta por el lado de la ciudadanía, los empresarios, los comerciantes y medio mundo. Resultado: Un Presidente abandonado a su suerte, solo con su soledad, gobernando en un mar de lágrimas donde la barca naufraga, sin auxilio a la vista.
Y en eso tiene que tener mucho cuidado Solís en el año venidero. Nada peor para un mandatario que verse desolado y sin liderazgo en el ejercicio del poder, a la espera, nada más, de que llegue el 2018 para entregar la banda al próximo capitán de este barco tan urgido de arribar a buen puerto.