Si 20 no son nada, 30 creo que sí ya lo van siendo. A continuación un recuento de las cosas que nos delatan como miembros honorarios temporales –lástima que no podamos ser vitalicios- de la grandiosa y nunca bien ponderada tercera década. Coincidirán conmigo en algunas, en otras no, me faltarán otro montón más, pero de que ocurren… ocurren. Eso todos lo sabemos, hasta el mismo Gardel y sus particulares apreciaciones sobre el tiempo.
Estas en los 30 o más, cuando…
- Si sales, es a lugares tranquilos, silenciosos, casi de abuelitos. Donde puedas degustar de una copa de Merlot, con quesos surtidos –tras de viejo, fijo- sin tener que soportar música estridente ni carajillos importunando.
- Regresas a casa temprano porque las trasnochadas pegan fuerte, sobre todo si toca madrugar al día siguiente. Si antes podías pasar todo un fin de semana sin dormir, ahora, una noche sin las ocho horas de rigor, equivale a un atropello de aplanadora: cabeceos, mareos, alteraciones del estado de ánimo y tecitos para el dolor de jupa.
- Y si no sales, que es lo más probable, te quedas guardado como ermitaño del Amazonas, leyendo, durmiendo, o viendo películas de cine alternativo extranjero. Las de Hollywood son muy bulliciosas.
- Además las películas, fábulas o series de tu época ya no las dan. Nada de Thundercats, Heman o los Super Amigos. Todo eso es televisión nostálgica de antaño en aparatos de perilla. Lo de moda son los Animés y las series de culto como Breaking Bad, Walking Dead, Game of Thrones, entre otras que ni siguiera se siguen por TV, sino por SmartTV, consola, PC, Mac o tableta.
- Lo mismo aplica para la música. Añoramos los tiempos del Hit Parade de Billboard y los 10 más pedidos de MTV. Escuchamos radio en lugar de Spotify.
- Sigues haciendo zapping a la espera de encontrar algo bueno en cable, cuando tenemos programas a la carta en Netflix a un click de distancia y una módica suma mensual.
- Tienes una torre llena de CDs, a la par del walkman o el discman. Recuerdo cuando en los paseos familiares cargaba las cajas de discos como vendedor de música pirata en la Avenida Central.
- Sos fiel usuario de los videoclubs para alquilar películas en formato DVD. No todos tenemos reproductor para Blue Ray.
- Crees que redes sociales son sólo Facebook y Twitter.
- Escuchas canciones que desconocías de su existencia pero que tus hermanos o primos menores se saben de memoria porque son el último grito de la moda musical. Y no preguntas quién canta por temor al “bullying”.
- Ir a la “muerta de hambre” por un suculento y grasoso aperitivo de madrugada equivale a pasar toda la noche contando las telarañas del techo, con un simulacro de erupción del Momotombo en la tripa y un dormitorio improvisado en el baño.
- Estás en medio de una conversación de jóvenes veinteañeros y te resulta traumático. No entiendas nada de lo que dicen y lo que dices ellos no lo entienden. Una total disfunción comunicacional. Sugerencia: que ambas partes aprendan lenguaje de señas.
- Sigues refiriéndote a los juegos de videos como “casettes” y si no funcionan optas por la salida fácil del soplido en versión spray. Y lo curioso es que ninguno de los juegos que fueron víctimas de tus glándulas salivales dejó de funcionar. Definitivamente ya no los hacen como antes.
- Del Game Cube para acá, no sabes nada de juegos de video. Ni siquiera de la forma correcta de tomar el control. Menos que hoy puedes jugar en línea con otros “gamers” o seguirlos por “streaming”.
- Te asombras cuando los niños en edad escolar manipulan mejor los dispositivos electrónicos. Yo, hace poco, tuve que pedirle ayuda a mi primita de 7 años para encender el cable digital del TV.
- Los torneos en los que participabas con amigos eran de Serpientes y Escaleras y Mario World, para Super Nintendo. Ahora, son de Manga, Cosplay, Magic y League of Leagends. Por favor, no me hagan definir cada uno.
- Te vuelves asiduo consumidor de noticias. Antes podía estallar el planeta en confeti, como diría Luis Eduardo Aute, que te valía un pito. Ahora, la crisis en Siria, los Panama Papers y los pleitos de los Ubers contra los taxistas son motivo de desvelo.
- Leíste el enunciado anterior y de inmediato supiste quién es Luis Eduardo Aute. Así como también has escuchado a Serrat, Sabina, Sandro, Perales, Braulio, Rafael, el Buki, Alberto Cortéz, Leo Dan… (Si no conoces a alguno, te cedemos el beneficio de sentirte joven pues muchos de ellos aplican más para los que coquetean con el medio siglo)
- Viste jugar a los Bulls de los 90 con el astro Michael Jordan a la cabeza de una generación de grandes luminarias del baloncesto de la NBA.
- En el fútbol, aún recuerdas la época dorada de reconocidos jugadores nacionales que son o fueron técnicos, dirigentes deportivos, empresarios o músicos: Medford, el Macho, Ronald González, Rolo, Chope, Paté, la Bala, el Mariachi, Cordero, el Maravilloso (disculpen si se me salió lo morado)
- Y finalmente, te da por hacer estúpidos recuentos que no hacen más que reafirmar que ya estás viejo. Doble puntaje si demuestras tu masoquismo patológico publicándolo en tu blog personal.
Ahhhh tiempos aquellos que no volverán… Otra frase muy común que nos delata como treintones empedernidos que a pesar de todo no reniegan lo vivido y están convencidos de que lo mejor está por venir. Choca esos 5 (seis veces)!!!