Ya muchos candidatos se desearían el apoyo que ha recibido Bryan Oviedo a raíz de su lesión que pone en riesgo su presencia en el Mundial. El país está en un gran dilema. A estas alturas no sabemos si el pueblo está más preocupado ante su posible ausencia en Brasil y la obligatoria búsqueda de su sustituto que por quién será elegido Presidente de la República, el próximo 2 de febrero.
Aunque ambas cosas son importantes, en distinta medida por supuesto, no creo que lo primero sea tan crucial para una sociedad como lo segundo. Obviamente que le deseamos lo mejor al virtuoso carrilero del Everton y esperamos su pronta recuperación para que defienda con orgullo los colores patrios. Sin embargo no deja de llamarme la atención que en Costa Rica sólo una noticia de esa estirpe, que toque las fibras más sensibles de un país netamente futbolero, es capaz de robarle titulares y fotos de portada a un evento trascendental para el futuro del país, como un proceso electoral.
Lo anterior solo demuestra la capacidad de unión nacional que tiene un balón y más cuando se trata de defender nuestros colores en la máxima contienda del fútbol mundial. Y afortunadamente la cita en Brasil coincidió con la culminación de una contienda política en la que se hace necesario contar con un elemento unificador y apaciguador que selle las divergencias y fracturas –ojalá se pudiera la de Bryan también-que nos dejó este desgastante proceso que amenaza con extenderse hasta abril, en segunda ronda.
Y si el llamado a ser ese elemento, es el fútbol, pues ¡en buena hora! En junio, los únicos colores que deben importarnos con el blanco, azul y rojo, y estos últimos no necesariamente los del PUSC, si no los de nuestra Bandera Nacional que ondeará esplendoroso en los estadios brasileños. ¡Qué orgullo! Por eso es que todo un país, independientemente de su color político, hoy se vuelca en apoyo moral a la distancia a Oviedo, quien sabe lo que es, en pocos días, pasar del cielo al infierno, cuando justo en su mejor momento, como titular indiscutible e incluso aportando con goles a la causa, sufrió el infortunio de una grave lesión a escasos meses del Mundial.
Pero así es el fútbol… es como la vida y he ahí uno de sus grandes atributos. Precisamente por ese paralelismo es que nunca pasa de moda y siempre encanta a más personas, generación por generación. Es el lenguaje universal de una bola rodando en un rectángulo de juego, con todas las pasiones y emociones que eso conlleva para el mundo entero. Se gana, se pierde, se sufre, se llora, se celebra… en fin, lleno de sentimientos y grandes ejemplos, como la vida misma.
Bryan tal vez hoy no sonríe pero mañana lo hará con creces y si es en Brasil, mucho mejor aún para todo un país que sigue su evolución, en igual o mayor medida que los debates y las propuestas de Gobierno de los candidatos. Al final de cuentas, también el fútbol, es como la política. Se gane o se pierda, hay que mantener la hidalguía, la dignidad y el juego limpio. Incluso si no llega Oviedo al Mundial, muchos nos estaremos lamentando de la misma forma como si nuestro candidato no hubiera llegado a la Presidencia. A pesar de que, para los más fiebres, lo primero sea más grave que lo segundo.
Que juegue aunque sea en muletas, Congelemos al Tocayo Ruiz, son algunos de los comentarios, entre broma y en serio que he leído en redes sociales. No creo que podamos llegar a tanto pero sí no estaría de más cruzar los dedos y juntar las palmas para que el de arriba nos eche una manita para que los mejores puedan estar a punto para lucirse en el terreno de juego del fútbol… y de la política también. ¡Que así esa!