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A dos días de las elecciones, no pareciera que falte tan poco. Creo que la gente definitivamente va a salir de sus casas el domingo, pero no sé si lo hará más bien para ir a disfrutar del Festival Internacional de las Artes que para acudir a las urnas. Ojalá lo hiciera para ambos, en el caso de los josefinos. Pero si tienen que elegir uno, lo mejor sería que se decante por el espectáculo político, por más frío y distante que parezca, en comparación con lo que nos pueda ofrecer el FIA con su variada y entretenida agenda para todo público.

Sin embargo, la decisión que se tomará el domingo reviste mayor importancia que cualquier otra que podamos tomar pensando en nuestro merecido esparcimiento de fin de semana. Estamos frente a una de esas vitales ocasiones en que debe primar la razón sobre la emoción. Nada, ni siquiera las labores domésticas, la playa, o la simple pereza puede distraernos de nuestro sagrado compromiso con el sufragio. Ni la apatía política ni el descontento popular debería ser justificante para quedarnos en la casa y no salir a votar. Y si a estas alturas, a pesar de mi insistencia, está convencido en no ir a votar, entonces le sugiero que salga y en lugar de visitar las urnas, se vaya a la Sabana o a la Antigua Aduana a disfrutar de los espectáculos del FIA y haga algo productivo por usted y por el país, apoyando no a la clase política, como se debería, pero al menos a nuestros talentosos artistas que también lo necesitan. Hará más y se sentirá más productivo que quedándose en la casa durmiendo o viendo televisión. De por sí ya terminó el Mundial Femenino y aún falta para el de Brasil, así que a estas alturas no hay mucha cosa interesante que ver, excepto los resultados de las elecciones, pero como probablemente no le llamen la atención, mejor dese la escapadita y disfruta del arte al aire libre.

Yo seguramente sea uno de los muchos que asistirá al festival y de los no tantos que saldrán a votar. Tal parece que Pavel Vangeli y el Circo Dragón son rivales de mayor peso para don Luis Guillermo que el mismo Johnny Araya que como bailarín, actor o malabarista debe ser muy buen exalcalde. Y si nos ponemos a comparar qué le gusta más a la gente, no dudo que la política lleva las de perder. Pero nos guste o no, lo cierto es que la patria nos convoca a una cita ineludible que como buenos ciudadanos debemos honrar con fervor y civismo, como corresponde cada cuatro años en cualquier democracia madura. Entiendo que esas elecciones, van a ser como perderse la final del Mundial y verla después en diferido. O sea, cero emoción.

Desde hace varias semanas, tras la decisión de Araya de tirar la toalla en los últimos cien metros de la maratón  se sabe lo que va a pasar. El próximo Presidente ya tiene nombre y apellidos. Y se llama don Luis Guillermo Solís. Por ese alto grado de certeza sobre lo que se avecina, es quizás que la segunda ronda ni se ha sentido. Es una lástima. Pocas veces la historia nos brinda la posibilidad de irnos a penales electorales y cuando lo hace, un candidato no responde a la altura y el pueblo, en respuesta, se “ahueva”, para decirlo en buen tico. De ahí la apatía y el desinterés de algunos que, alegando que la suerte está echada, se apartan del proceso y por lo tanto o no van a votar o lo hacen sin mucha bulla, como quien no quiere la cosa. Y entonces, lo que se prometía ser una verdadera fiesta electoral con al menos dos protagonistas se convierte en un monólogo carente de ese factor sorpresa tan necesario para aderezar la votación con un poco de calor, color y alegría.

De momento, el condimento lo está poniendo el FIA pero también la política está llamada a mover pasiones y corazones. No al estilo bullangero de antes, con plazas públicas, caravanas y conciertos, pues ahora el elector es más racional y menos impulsivo, pero sí con un poco de ambiente festivo que nos recuerde que se viene la segunda ronda y debemos actuar como corresponde, con responsabilidad y entusiasmo frente al valioso derecho que hoy nos privilegia y muchas otras naciones escasean. El abstencionismo no es la solución, es una de la causa de nuestros males. Nada hacemos con no votar, salvo de privarnos el derecho a criticar y exigir cuentas a nuestros gobernantes. Ellos, al igual que los artistas del FIA, estarán en el ojo público y se esmerarán en hacer un buen trabajo para merecerse los aplausos del público. Tendrán diez días para lograrlo, nuestros gobernantes cuatro años. Reflexionemos nuestro voto mientras observamos un lindo espectáculo circense. Gocemos de las bondades de salir a votar al tiempo que nos deleitamos con un pasacalles o una obra de teatro. Inspirémonos, motivémonos, echemos a volar la imaginación.

Domingo de arte y política en San José, eso no es todos los días, dos apasionantes mundos conviviendo en un mismo espacio. Nada de antagonismos, totalmente complementarios en la búsqueda de una sociedad más próspera. ¿Quién dice que no puede haber espectáculos masivos el día de las elecciones? Hagamos extensiva la convivencia de la política con las demás áreas del quehacer cotidiano y muchas cosas empezarán a mejorar. Es nuestra decisión.