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En la vida hay que saber cerrar capítulos, relaciones, rencores, amistades. Muchas veces es sano y hasta necesario, por salud física y emocional. Si todos en algún momento lo ponemos en práctica, no veo por qué no lo pueda hacer el mismo Estado, cuyos empleados lo único que saben cerrar son las puertas de sus oficinas para, muy puntuales, regresarse a sus casitas una vez concluida la jornada laboral. En su momento se intentó hacerlo con la FANAL y se armó la de Troya, más recientemente se hizo lo propio con el CONAVI y ahí está uno de sus principales responsables, el ministro del MOPT, contando los días para también irse a su casita, solo que más temprano que de costumbre.

Luego de varios intentos infructuosos, ya era hora que alguien le pusiera el cascabel al elefante blanco y retomara el tema como una tarea urgente y de interés nacional. No me importa que haya sido Ottón Solís, quien, a pesar de no ser santo de mi devoción, al menos, en esta ocasión, sí se lleva mis aplausos, junto con los de Oscar Arias y –espero- de muchos compatriotas más, conscientes de la imperiosa necesidad de poner en orden la casa antes de que esta se nos venga encima.

Por eso, celebro y admiro la valentía de Ottón al poner sobre la mesa proyecto de C.E.R.R.A.R Así, sin ambages ni anestesia. Aunque critiquen la connotación negativa del nombre, es mejor, de entrada, hablar con la verdad y el pueblo sepa, en una frase corta y directa, el verdadero significado e intención del satanizado proyecto que ya levanta pasiones y resquemores. No sabemos si se irá a aprobar o no, pero sólo el hecho de iniciar o retomar la discusión del tema ya es digno de destacar.

Lo que me agrada de CERRAR es que busque precisamente eso: cerrar lo que no sirve, estorba o está obsoleto. En este país no podemos seguir con ese enjambre de instituciones, organizaciones, entidades u oficinas plagadas de bomberos majándose la manguera entre ellos mismos. Por eso no caminamos, por eso no despertamos. Decapitemos al  monstruo de mil cabezas en que se ha convertido el Gobierno en la parte social, tal  y como, acertadamente, lo califica el diputado del PAC.

El trabajo en equipo es necesario pero hasta eso, en exceso, puede terminar echándolo todo a perder, si no delimitamos bien responsabilidades, definimos alcances, detallamos funciones y eliminamos duplicidades. Aquí todo mundo quiere combatir la pobreza, lo cual es muy loable, pero no se ponen de acuerdo en la forma correcta de hacerlo y, como resultado, tenemos a un sinfín de funcionarios, muy bien intencionados, pero que no saben si van o vienen. En resumen, un total descontrol, falta  de planificación, improvisación y desorganización, ante la falta de una brújula; esto es, una  política clara de Estado –no de gobierno-que articule esfuerzos y arroje frutos positivos y plausibles en el tiempo.

Millones y millones se han invertido en los últimos años en combate a la pobreza extrema y lo único que hemos logrado es que ese indicador aumente. ¿Y los responsables? ¡Bien, gracias! Ya es hora de CERRAR este lamentable capítulo en nuestra historia de políticas sociales fallidas. Que va a tener un alto costo político para el Gobierno, que verá engrosar sus filas de enemigos, que mucha gente se quedará sin trabajo…

Pues sí, el reto está en cómo disminuir la gravedad de los efectos colaterales. Con la reducción del gasto y de infumables privilegios sindicales que este plan conllevaría, creo que el gobierno tendría recursos suficientes a los que echar mano a fin de minimizar las dolorosas –pero necesarias- consecuencias de un proyecto de tan alta envergadura. Y de paso no sólo disminuiríamos el tamaño y le soltaríamos los mecates a este anquilosado aparato estatal que nos manejamos sino que también contribuiríamos a bajar el déficit fiscal y a, por fin, mediante una sólida y claramente estructurada entidad rectora de bien social, encontrar la salida al eterno mal de la pobreza que tanto nos atormenta.

Como vemos, es más lo bueno que lo malo. Ahora, crucemos los dedos, para que no salga ningún oportunista queriendo CERRAR también el paso hacia la discusión y eventual aprobación de un proyecto que pretende ABRIR muchas ventajas para todos los costarricenses.