No soy muy dado a desdecirme. Salvo casos en que, mi imperfección humana me hace incurrir en errores involuntarios de apreciación, me gusta defender a muerte, según mis principios y creencias, las posiciones que expongo sobre diversos temas, por más que estos sean o no políticamente correctos.

Así lo hice en este mismo espacio, el año pasado, cuando, en poco más de una semana, publiqué dos artículos sobre el Festival de Verano Transitarte. Uno hablando sobre mi debut como novel escritor en el Corredor Literario, donde tuve la agradable experiencia de departir junto a más de 20 autores nacionales independientes. Y el otro, días más tarde, felicitando a la Municipalidad de San José por la organización de tan lucido evento.

Sin embargo, poco menos de un año después, me veo en la necesidad de retractarme del segundo. Las circunstancias en torno a la organización de la edición 2018 me obligan a hacerlo. Y no es que, de repente, dejé de creer en la razón de ser del Festival, sino que me preocupa sobremanera el manoseo que se está haciendo alrededor de una noble actividad que se debe defender y fortalecer, como parte del acervo cultural, orgullosamente costarricense.

Misión desvirtuada

A diferencia de años anteriores, no es posible que, esta vez, nos cercenen la oportunidad de asistir a una actividad cuyo objetivo, tal y como dice su misión, es brindar un espacio para la proyección y participación de escritores que no cuentan con facilidades para dar a conocer su obra en el mercado.

Paradójicamente, con el traslado de la organización a la Cámara del Libro se está haciendo totalmente lo contrario y mancillando el espíritu altruista de un evento que no es para favorecer mezquinos intereses particulares sino para garantizar el libre acceso, de expositores y del público, a diferentes manifestaciones artísticas que enriquecen nuestras tradiciones.

Aclaro que la invitación para participar sí nos llegó… pero con sorpresita. Con la amarga noticia de que este año debemos pagar 105 mil colones por persona, y ya no los 7 mil colones de patente, de ediciones anteriores. Para eso, mejor no nos hubieran mandado nada. Un monto ridículamente exagerado que impide que la mayoría de pequeños artistas, incluyendo escritores y artesanos, puedan participar de una actividad a la que están entregando en bandeja de plata a los grandes emporios privados (editoriales y librerías).

¡Cómo se nota que desconocen la dura realidad del escritor independiente! A falta de apoyo de algunas casas editoriales, que se manejan por argolla y favoritismos, a muchos nos toca hacer de escritor, vendedor, promotor y cobrador. Aparte, nos corresponde costearnos el traslado y participación en eventos que no siempre se realizan a la vuelta de la esquina ni cumplen las expectativas de ventas.

Aunque esto último es lo de menos, pues ninguno de nosotros escribe por amor al dinero sino al arte, resulta indignante ver cómo algunos desvirtúan la esencia solidaria de una actividad que nació para integrar y abrir oportunidades; nunca para dividir ni discriminar, en beneficio de la ambición de lucro de unos pocos. Eso no se vale y no lo podemos permitir. Con la dignidad y el talento de nuestros artistas, no se juega. Es mucho el tiempo, el sacrificio, dinero y esfuerzos invertidos para que vengan unos tagarotes a querer robarse el show y llenarse los bolsillos.

No se justifica

Afirma, tanto la Municipalidad de San José, como la Cámara del Libro, que el aumento de más de 1000% se justifica debido a los gastos que conlleva la organización del Corredor: toldos, mobiliario, seguridad, limpieza, etc. Y que, más bien, deberíamos agradecerles por subsidiarnos parte del costo total. O sea, que, después de todo, más bien nos están haciendo descuento. ¡Qué botados!

Yo pregunto. ¿Acaso en años anteriores, todo eso no lo aportaba la Municipalidad sin tanto “pero” ni abuso? ¿Por qué, ahora, de repente, se lo ceden a la Cámara de Libro y, aparte, nos endosan gastos que, se supone, deberían estar dentro del presupuesto que, dicho sea de paso, financiamos los contribuyentes con el pago oportuno de nuestros impuestos?

Aquí no se trata de que nos tengan lástima ni que nos tilden de pobrecitos. Puede que el artista nacional no tenga muchos recursos, pero si hay algo que tiene de sobra –y hasta le podría prestar a algunos que por ahí les falta- es dignidad. El hecho central no es que se pueda pagar o no el monto que están cobrando. A lo mejor, algunos, sí disponen del dinero para la cuota. El punto aquí es la nebulosa de sospechas y desconfianza que este tipo de arbitrarias y unilaterales decisiones provoca entre el gremio de artistas y la población entera.

Algo huele mal

No sé ustedes, pero a mí esto me huele mal. Me suena a los cuentos de ficción que más de un colega no podrá vender en el Parque España por culpa del negocio que están montando unos cuantos a costa del talento y esfuerzo de los artistas nacionales. Como si ya no tuvieran suficiente con la gran tajada que se llevan organizando la Feria Internacional del Libro –tema que merece mención e investigación aparte- ahora vienen a adueñarse del Corredor Literario de Transitarte. ¿Cuál será el próximo?

Insisto. ¡Cómo les hace falta sentarse a conversar un rato con los escritores independientes, no para cobrarles –porque para eso sí son buenos- sino para conocer la situación que viven muchos de ellos y, a pesar de las limitantes, no renuncian a sus sueños literarios! ¿Hasta cuándo vamos a dejar que nos sigan irrespetando? Tal parece que no es la primera vez, pues en el 2016 hubo quejas sobre los requisitos de participación, según esta nota de La Prensa Libre. ¿Por qué no, en lugar de poner trabas, se dedican a facilitar y promover el arte? ¿Qué tendrán que decir los candidatos presidenciales al respecto? Que yo sepa, la cultura, junto al deporte, son dos de los grandes ausentes en los discursos políticos.

Y si nos van a salir con la cantaleta de que, en este momento, hay temas más urgentes qué resolver, entonces que por lo menos no estorben y nos dejen hacer tranquilos nuestro trabajo. Pero primero, devuélvannos el Corredor Literario de Transitarte.

Decía el escritor y filósofo mexicano, José Vasconcelos, “que la cultura engendra progreso y sin ella no cabe exigir de los pueblos ninguna conducta moral.” Ahora entiendo mucho de lo que está pasando con el Transitarte… y el país en general.