Las mujeres nunca serán iguales que los hombres. Y antes que me caigan las feministas, hago la aclaración: no lo son ni lo serán por una razón muy simple, ellas son superiores a nosotros, por más que nos duela a muchos de los hombres que nos creemos amos y señores del hogar, del trabajo y de hasta de ellas mismas. Y antes de que me caigan los machistas, a las pruebas me remito, trayendo a colación una encuesta revelada hace un par de años por el INEC e Idespo sobre uso del tiempo, la cual vino a confirmar lo que apuesto ellas ya sabían y muchos de nosotros desconocíamos o ignorábamos por simple y natural orgullo masculino.
No creo que en cuestión de dos años hayan cambiado mucho los resultados – a lo mejor y hasta han aumentado-, por lo que les comparto algunos de sus principales hallazgos. Las mujeres dedican en promedio casi 80 horas semanales al trabajo y los quehaceres domésticos, mientras que el hombre solo 65. El poco tiempo libre restante, si no es eventos familiares, lo invierten en el estudio y no precisamente a ir al bar con los amigos a tomar cerveza, como haría más de un varón. Y para no sentirnos muy mal, una buena nueva. Estamos cada vez más dispuestos a tomar la escoba y la mecha para limpiar la casa, pero esta tendencia tampoco nos alcanza para creernos los supermachos con delantal pues nuestra contraparte sigue a la cabeza y por mucho en cuanto a labores domésticas se refieren: dedican no menos de cinco horas al hogar y los hombres si acaso dos, o sea nos sacan el doble de ventaja.
Es decir, por cualquier lado que lo veamos, llevamos las de perder, y en lo que supuestamente les ganamos, como sería el acceso a las oportunidades laborales y buenos salarios, lo hacemos injustamente porque quienes están trabajando más y formándose más son las féminas, quienes aún así les queda tiempo para criar los hijos y administrar el hogar. Así las cosas, lo mejor es aceptar la dura y cruda realidad tal cual es y no perder el tiempo en pleitillos de género que no nos llevan a ninguna parte.
Sin embargo, me asalta una duda. ¿Cómo harán? Siempre me lo he preguntado y creo que basta con echar un vistazo y analizar a algunas de las mujeres que nos rodean en nuestro entorno inmediato para darnos cuenta que la encuesta refleja la pura, santa y femenina verdad. Ellas, por naturaleza, traen incorporado el chip de la multifuncionalidad, el cual activan desde muy temprano en la mañana, preparando la comida o alistando a los hijos para llevarlos a la escuela, y lo desconectan hasta tarde en la noche, después de haber cumplido su jornada laboral remunerada y llegar en la noche a completar la faena no remunerada, encargándose de la conducción del hogar. En resumen, son trabajadoras, valientes, amorosas, comprensivas y preocupadas por su futuro, independientemente que tengan o no un hombre a la par.
Al dar a conocer el estudio que les comento, La República no lo pudo describir mejor: son supermujeres, definitivamente. No es por darnos de menos, pero los hombres nos las vemos a palitos para seguirles el ritmo. En primer lugar porque no tenemos la capacidad innata de estar en mil cosas simultáneamente. Como digo yo a manera de chiste, nosotros, o comemos chicle o caminamos pero si hacemos las dos cosas al mismo tiempo puede que nos tropecemos. Y en segundo lugar porque son incansables para el trabajo. Por ejemplo, mi padre lo ha dicho mil veces cuando habla de la disciplina y dedicación que caracteriza a mi madre, quien sin desligarse de sus obligaciones de mamá de tres hijos, ha logrado llevar la batuta en la manutención del hogar, sin importar el cansancio, las desveladas y el desgaste. Parafraseando a mi papá, es imposible igualarla en el tren de pedaleo empleado para sacar adelante sus tareas cotidianas.
Y no es por ser mi mamá porque apuesto que si todos hacemos un repaso rápido de nuestras familiares, amigas y conocidas, nos daremos cuentas que la mayoría responde a ese patrón único de conducta que tanto les envidiamos pero que difícilmente las igualamos. Y lo mejor es que lo hacen sin perder la sonrisa, el carácter y la belleza que a los hombres nos encantan y nos complementan a la perfección. ¿Qué haríamos sin ustedes? A todas ellas, Feliz Día de la Mujer!